Más que un edificio histórico
Hoy quiero recordar un lugar querido para mí, la Iglesia de San Ignacio. Este hermoso edificio, construido hace más de un siglo, es una de las iglesias más grandes y emblemáticas de la ciudad de San Francisco. También es la capilla de mi universidad (University of San Francisco) y el lugar donde me gradué. Tengo varios anécdotas que contar que ocurrieron en esta catedral.

Una de ellas fue precisamente el día de mi graduación. Mi familia viajó desde Colombia a la ceremonia. Estaban muy orgullosos y emocionados. Se sentaron en la parte de atrás, en el segundo piso, cerca del órgano.
Mi esposo tenía la cámara de fotos lista y le dijo a mi mamá que ya casi me tocaba el turno, para que estuviera preparada. Una vez recibí el diploma, él le preguntó: “¿Viste a Vero?” Y ella respondió: “¿Cómo así? Vero ya subió al escenario?”
Mi mamá viajó miles de kilómetros para ver a su hija graduarse y se lo perdió; no entendió la forma en que pronunciaron mi nombre en inglés, y estar sentados tan lejos afectó su visión.

Acordarme de esta y otras vivencias en la Iglesia de San Ignacio me da ataque de risa. También me hace pensar que los sitios son especiales no solo por su belleza arquitectónica y por los sucesos históricos detrás de ellos, sino por los momentos que vives allí. Las risas, celebraciones, y travesuras harán de los lugares, patrimonio de tu propia historia.